Cuando a finales del siglo XVIII, la revolución industrial emergió en Inglaterra y luego se extendió al resto de países, se incorporaron maquinaria y mejoras en los métodos de producción para reducir costes, sin contar con los daños que se pudieran ocasionar en el medio ambiente. Hubo un cambio a nivel económico, tecnológico y social. La realidad es que con el paso de los años, la evolución de la industria ha trabajado bajo la misma premisa de reducir costes, incorporar tecnología y aumentar la producción. La diferencia es que ahora se está cambiando de una industria tradicional a una industria sostenible.
Dicha transformación toma en cuenta la optimización de recursos, el reciclaje, la eficiencia energética, la reducción de emisiones, etc.
Pero, ¿qué es el desarrollo sostenible?
Se define el desarrollo sostenible como la satisfacción de «las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades». (Informe titulado «Nuestro futuro común» de 1987, o también llamado Informe Brundtland). Consta de tres pilares esenciales: la protección del medio ambiente, el crecimiento de la economía y el desarrollo social.
¿Y en la agricultura ha pasado lo mismo?
En lo que a la agricultura respecta, dicha evolución es totalmente comparable a la tendencia, la evolución y revolución que la industria ha sufrido, pero de una manera más lenta. Provenimos de una agricultura en la que se utilizaban los fitosanitarios sin ton ni son para combatir las plagas y enfermedades. El problema es que dejaban altos porcentajes de residuos y no respetaban la fauna auxiliar. Al igual que en la industria, consistía en producir más y el fin justificaba los medios. Cómo ya mencioné en el artículo «La revolución del control biológico«, hoy en día estamos produciendo más con menos, pero respetando el medio ambiente, respetando la fauna auxiliar y los insectos beneficiosos, incorporando variedades resistentes a virus, enfermedades y plagas.
La agricultura convencional, se ha ido limando y transformándose en una agricultura integrada, en la que se tiene muy en cuenta los límites de residuo máximo (LMR) de los productos que se utilizan. Incluso, en la mayoría de los casos, no alcanzan 1/3 de dichos LMR. Además, las comercializadoras están incentivando a los agricultores, ofreciendo precios más altos, que produzcan con residuo cero. Esto no llega a ser una agricultura ecológica, pero desde mi punto de vista, es lo más cercano a producir de una manera saludable, rentable y sostenible.
¿De verdad el agricultor europeo tiene las mismas herramientas y el mismo apoyo que un agricultor americano?
En la actualidad, y más concretamente en el caso de Europa, las leyes se están enfocando a una agricultura ecológica (el green deal). De hecho sabemos que el agricultor tiene unas herramientas muy limitadas para combatir las plagas y las enfermedades. Y por otro lado, este sistema está muy lejos de alcanzar las producciones que en la agricultura convencional se consiguen. Sin embargo, en el otro lado del charco, los agricultores utilizan transgénicos con genes de resistencia a el taladro del maíz, disponen de grandísimas superficies de cultivo que facilita el uso de drones, la agricultura de precisión, imágenes de satélite,… Esto hace que se obtengan unas ventajas competitivas muy altas y que el agricultor europeo, en detrimento de cultivar más sano, está cultivando con costes más altos.
Por ello, es necesario que los agricultores sean cada vez más técnicos y más empresarios. Los técnicos debemos reciclarnos y auto-inventarnos. Como ocurre en la industria, debemos de incorporar las tecnologías de última generación como son análisis de base de datos, predicciones de sus datos, uso de drones, sensores de los diferentes parámetros para controlar el clima, e.t.c.. Esto implica incorporar en nuestros sistema agroalimentario programadores informáticos, ingenieros industriales, analistas de datos, y muchos más profesionales que aporten sus conocimientos y los apliquemos en la agricultura. Todavía hay mucho por descubrir. Las aplicaciones móviles y el 5G abre un mundo enorme de posibilidades, en el que cualquier dato es disponible en cualquier lugar, cualquier análisis, cualquier predicción, en definitiva cualquier decisión.
Interesantísimo.
Estoy totalmente a favor del desarrollo sostenible y como consumidora de alimentos ecológicos, espero de esos avances tecnológicos por el bien de nuestras generaciones actuales y fúturas , además de ayudar a los agricultores para producir con un coste más ajustado y se note en la cesta de la compra.